Así que dejé la cámara y me puse con ellos, sentado en el suelo, a jugar con lo que tuviera más a mano. Así empezó a surgir la magia. Desde entonces, cuando los padres empiezan a apurarse porque el niño no posa, la respuesta siempre es la misma: no importa. Tiempo y paciencia es la clave de una buena fotografía infantil. La vida que transmite solo puede verse cuando un niño ríe de verdad, cuando pone cara de serio al intentar conducir un coche por el estudio, incluso cuando llora enfadadísimo y al segundo siguiente se calma al coger el chupete.
Noah
Delia & Selam
Juanma
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